sábado, 22 de octubre de 2011

Detonan Palabras

En el uso y cotidianeidad de las personas, vemos, oímos, decímos y hasta gritamos multiplicidad de palabras  y frases , con una libertad (Y me atrevo a hacer uso de tal palabra), bastante desmesurada.
   Nos lleva un mínimo de dos años comenzar a relacionar nuestros primeros fonema- grafémas, es decir las letras que conocemos con sus respectivos sonidos. Todo esto con un costoso labor de descubrimiento y horas de decifrar cada extraña unión de sílabas una a una.
  En unos tres años, quizás, de tal costosa labor resultan las primeras cadenas de símbolos enhebrados y de allí algún primer... "Te quiero".
De aquí también sus derivaciones, como agregar un "mucho", un "montón", un "poco", un "poquito", un "nada"... o en casos de mejor suerte, el "mucho" es "mucho más que.." y deriva en la nueva frase: "Te amo".
Ahora, encontrandose con semejante frase, queda a la luz de descubrir su contrario, si es que así lo podemos llamar, algunos dicen que son medio hermanos. En fin, aparecen los enojos, fuertes  y encontrados y con total soltura, un tenaz "Te odio", o un efusivo infantil "No te quiero más", acompañado de gestos grotescos y de niños.
  Y así, queriendo llegar al "quiz" de la cuestión, a medida que pasa el tiempo nos son realmente "comunes" las palabras, son nuestras y salen de nuestra boca como empujadas al aire. Son nuestras dije, y es por eso que tal vez nos creemos dueños de sus uso desmedido  y tantas veces en vano.
  Oimos insultos, y amores de segundos, palabras soltadas como tal bomba en una guerra, olvidándonos  lo mucho que habíamos tardado en aprenderlas.Usar las palabras está bien, y es necesario, pero más lo estaría, el saber para que las usamos, de dónde las aprendimos y hacia dónde aterrizarán. Pensar cada una de esas letras que se enhebran, oirnos decirlas y querer su respuesta, honrando así lo costoso que fue hacerlas tan nuestras.

Otro motivo que me inquieta es el exceso uso de los pronombres personales... pero quedará para otra vez!.

martes, 4 de octubre de 2011

Espontánea V - Motor

Con los miedos, hacemos motores. Se vuelven de a  poco impulso y movimiento.
Por miedo a hacer;  no hacemos y por miedo a no hacer;  hacemos.
Es sabido que las cosas pueden ir mal, y de hecho por esa mera posibilidad son así de interesantes, pero odiamos tanto que salgan mal.
Comenzamos la acción sabiendo la posibilidad de caer, arrancamos a caminar a los tropiezos para salir corriendo, con total conciencia de que en algún momento seguramente caeremos, ¡eso sí!.. Antes de eso supimos levantarnos.
Nos levantamos para caer constantemente. Y tenemos miedo a caer…
Sabemos que todo puede ir mal, y tenemos miedo a que así sea…
Es ahí donde digo que los  miedos son motores de nuestro hacer diario, el modo en que actuamos es sutilmente manejado por ese temor. No tenemos certeza de nada, de ningún final, sea bueno o no, de ningún principio ni del recorrido, sólo presuponemos que algo será de tal o cual forma.

Sabiendo que las cosas, pueden salir mal, nos movemos temiendo que así sea, tropezamos en vaivenes de indecisiones, caminamos seguros por momentos, reímos y lloramos… e increíblemente, habiéndonos preparado para que todo salga mal, no sabemos reaccionar ante eso.

Y así motor de nuestro accionar el miedo, de chica me dijeron que por temor nos cuidamos, y eso podría ser bueno.