jueves, 26 de diciembre de 2013

J. G.

Las miradas no son siempre iguales, y pocas saben realmente ver, podemos  observar como a diario ellos visten sus ojos de túnicas, tontas y torpes, que no dejan ver más allá de los costales de carne y hueso que nos envuelven. Nos son de esos tus ojos. Cuando me topo frente a ellos, veo como son capaces de llegar hasta mis huesos, en sólo un parpadeo, de desnudar mi alma por completo en un instante.
Tus ojos son los únicos capaces de verme, egoistamente y en un dejo de apropiación, puedo asegurar que se crearon para toparse con migo y traspasar mi exterior, centímetro a centímetro, poro a poro, desechando cualquier intento de envoltura.
Ellos ven, sienten, creen, conocen, viven. Ven vida en un cuerpo, sienten su calor, su sabor y su olor. Erizan cada fragmento de piel, hacen brotar miles de gotas vivas e inquietas, y penetran cada poro deslizándose hasta el interior que lo recibe envolviéndose en uno mismo.
Tus ojos me ven y son profundos. Me dejan verte el alma en tus pupilas y me invitan a pasar a diario, donde solía ingresar con timidez, y en silencio para no hacer ruido. Con el tiempo los pasadizos de tus ojos me atraparon cada vez más y me invitaron a deslizarme por ellos como agua corriendo en ríos  inmensos y allí fui. Y allá voy.
Egoistamente afirmo, tus ojos se crearon, porque los míos estaban solos.

No hay comentarios: